viernes, septiembre 03, 2004

Me encantan los textos malos y con pesima redaccion

Azul marino
Rojo
Beige
Rosa
Verde

Habíamos tardado días en decidir cual iba a ser el color de apartamento, Ella decía Azul marino y yo decía Rojo, luego intentábamos ponernos de acuerdo y optábamos por el Rosa, pero el color no era del todo saludable pues, al imaginarnos viviendo en una casa de interiores rosas, pensábamos en dos opciones, a) que después de llegar a casa cansados y aun agitados por el gym y por el ir y venir en las calles, no estallaría inmediatamente el corazón y caeríamos muertos uno a lado del otro (Ella dijo que seria una forma linda de morir, uno junto al otro y aun tomados de la mano) y b) que un día después de la cruda terminaríamos por volvernos locos y que luego nos estallaría el corazón en mil pedazos. Optamos mejor por el verde, no era un verde muy chillón pero tampoco muy oscuro, era un verde verde.

Compramos la pintura y en ese lugar, había una maquina que hacia el color que tu quisieras, yo quería probar la pintura primero y Ella me dijo que no.
Terminamos con dos botes, el bote A y el bote B.

Ya en casa de Ella, que era en donde vivíamos, hicimos el intento de visualizar cual color era mejor poner de fondo: si un clásico blanco, o algún rojo o amarillo, o tal ves un azul cielo.
La alegata se prolongo por cosa de unas 3 horas pues, a su parecer, eso, en ves de casa, iba a parecer picadero o bar de quinta. A mi me encanto la idea de que pareciera picadero, iba muy bien con la ultima moda, y aparte podría justificar mis ojeras y mis vicios, "!Toda la culpa la tienen esas paredes!" diría cada que ella me reclamase por mis vicios.

El color de fondo quedo en el clásico blanco, ella quería que fuera una casa normal, de personas normales con intereses normales, pero ¿como aparentar semejante mentira?. En fin.

Llego al fin el día en que tomaríamos posesión del apartamento situado entre la Calle Segunda y Gastelum en la meritita zona centro, en contra esquina de la farmacia Estrella y a unos cuantos locales del restaurante de Marta.
Llamadas a celular
Llamadas a teléfonos de casa
Llamadas a gritos fuera del edificio...

Nadie contestaba ni nadie salía.

Por la tarde, después de haber hecho mil y un peripecias, decidimos ir a tomar un café, a comer algún panecillo, a leer algunas revistas, a besarnos un poco y a buscar otro apartamento, a decidir el nuevo color, el color de fondo, la ubicación, nuestros nuevos vecinos, quien tendría que tirar la basura, cerrar la reja, lavar los platos…

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